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Hotel Llao-Llao: una parte de la historia

  • Foto del escritor: Nicolas Pablovich
    Nicolas Pablovich
  • 19 ago 2017
  • 4 Min. de lectura


Hoy les escribo para contarles de un lugar mágico. Un lugar que no sólo fue testigo de la historia argentina, sino que es parte de esa historia. Me refiero al Hotel Llao-Llao en Bariloche.


Tuve la suerte de poder volver a viajar a la hermosa ciudad de Bariloche la semana pasada y alojarme en esta ocasión en el Hotel Llao-Llao.

Para quienes no lo conocen, este hotel se ubica en la península del mismo nombre, ubicada a unos 25 kilómetros del centro de la ciudad de San Carlos de Bariloche. El edificio, de estilo canadiense con tejas normandas, descansa sobre una explanada desde la cual se visualiza el lago Nahuel Huapi y el lago Moreno, rodeados ambos por las altas cumbres de la región. A pocos metros de allí, se puede divisar también Puerto Pañuelo, sitio desde el que parten y arriban la gran mayoría de las excursiones lacustres de la ciudad.

Nada más llegar y ver cómo el gran edificio crece frente a nosotros mientras nos acercamos a él, nos hace dar cuenta de que estamos entrando en otro mundo. Un mundo que seguramente su arquitecto, Alejandro Bustillo, ya había vislumbrado cuando lo ideó allá por 1935.



Todo comenzó justamente en 1935.

Exequiel Bustillo, quien ostentaba el cargo de director de Parques Nacionales, consideraba que en la región de los lagos del Parque Nacional Nahuel Huapi, debiera construirse un hotel. Recordemos que por esa época, la ciudad de San Carlos de Bariloche estaba poco a poco integrándose más al resto de la república Argentina; sin ir más lejos, en mayo de 1934 se había conectado por primera vez a la ciudad de Bariloche a las vías del ferrocarril.


Es en este contexto que no sólo se busca de dotar a la creciente ciudad patagónica de un lujoso hotel, sino que también es que se diseñan otros dos monumentos típicos de Bariloche: la catedral y el centro cívico.

Es así como en 1935 se abre el concurso para la presentación de proyectos arquitectónicos para la construcción de dicho hotel destacándose uno entre todos: el del propio hermano del director de parques nacionales. Ante esta situación y para calmar suspicacias sobre los motivos de su elección, Alejandro Bustillo comienza la construcción del hotel con la condición de no cobrar ni un solo centavo por la misma.


Así en 1936 se coloca la primera piedra del hotel Llao-Llao y se culminó en 1938. Este primer hotel –y ahora se darán cuenta de porque digo primer hotel- abrió sus puertas en forma oficial el 8 de enero de 1939. Estaba construido en piedra y madera con tejados de alerce y en su interior existía una farmacia, una sucursal del banco Nación, una oficina de correos y servicio de telégrafo (todos servicios fundamentales dado lo alejado que se encontraba del centro de la ciudad).




Pocos meses después de su inauguración, más precisamente en octubre de 1939, un voraz incendio arrasó con la lujosa edificación. Un incendio cuyas causas nunca pudieron ser descifradas. En la actualidad la leyenda le indilga las culpas a una encargada de limpieza que habría llevado a su bebé al hotel y que después de cambiarlo habría dejado olvidado sobre la caldera del edificio el pañal pero ¿cómo saber si existe algo de verdad en esa explicación? Lo que importa es que poco menos de un año después de su inauguración el hotel había quedado reducido a cenizas.

Por suerte, después de la tragedia llegó el milagro. Los hermanos Bustillo no se dejaron doblegar por la destrucción y en poco más de un año, más precisamente en diciembre de 1940, el hotel ya estaba reconstruido y en funciones nuevamente, solo que esta vez gran parte de los materiales habían sido reemplazados por piedra y cemento y los tejados ahora eran de tejas normandas y no de alerces. Y, además, su reinauguración coincidió con el auge de la II Guerra Mundial lo cual llevó a que importantes familias de la aristocracia europea lo eligieran para escapar del viejo continente y a que las familias aristocráticas porteñas, imposibilitadas de vacacionar en Europa, decidieron hacerlo en las costas del Nahuel Huapi.


Pero, las idas y venidas económicas y políticas de la historia argentina, llevaron al hotel a atravesar crisis tras crisis hasta que en 1979 el gobierno de facto decidió su cierre definitivo. De esa forma comenzó la etapa más oscura de la historia del hotel Llao-Llao. Una época caracterizada por los matorrales que invadían sus galerías, sus grandes ventanales quebrados, las sombras en las ventanas de huéspedes que ya no existían…

Por fin en 1991, el gobierno decide su privatización haciéndose cargo del mismo el grupo IRSA quien es su actual propietario. En este nuevo renacer, se reacondicionó y se agrandó el campo de golf, se colocó una piscina exterior e interior, un spa, un club de niños, etc.


En un próximo post les contaré más en detalle todos los servicios del hotel y les contaré mis experiencias alojándome en el mismo. De todos modos, les dejo a continuación un vídeo grabado en el interior del hotel para que tengan una idea de cómo es:


Un abrazo y,


Viajen…

que si la vida es un viaje, viajar es vivir dos veces.



 
 
 

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